«No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra.»
Hace unas semanas, escuchaba a una amiga decirme, mientras hablábamos de la diferencia entre religión y una relación con Dios, que tenía razon en apartarse de todo lo que tuviese que ver con la iglesia, por escándalos como los de un cura, al que el pueblo donde vive amaba y en quien confiaban mucho, que había abusado de una gran cantidad de niños durante años y hecho infinidad de otras cosas malas que le hacían renegar de Dios.
Me recordaba a mí misma cuando, durante años, dije que no quería saber nada de Dios porque, «si existiese, no permitiría que la iglesia hiciera lo que hace, ni que tanta gente muriera de hambre, teniendo tanto dinero en su haber».
Se me viene a la cabeza cuando Jesús claramente dijo:
«Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» – Juan 8:31-32
Pienso en la cantidad de mentiras por las que dejamos que nuestras mentes y corazones se contaminen, basadas en los actos de otros, que no buscan más que apartarnos de Dios, para entregarnos a nuestros propios deseos y a nuestra lógica humana, mientras usamos el libre albedrío como excusa para pecar una y otra vez, creyendo que no lo hacemos tan mal como el de al lado.
Sin Dios, estamos perdidos… es la realidad. Porque Él es el único que sabe verdaderamente lo que es bueno y malo para nosotros; somos Su creación y fue Él quien establecio los parámetros para nuestro bienestar y correcto funcionamiento.
Pero, si hoy lo que te aparta de Dios, de Jesús y del Espíritu Santo, es el argumento de que quienes profesan ser religiosos hacen lo malo, te invito a que te leas los dos primeros capítulos de la carta a los Romanos en el Nuevo Testamento, para tener una introducción de quiénes somos los seres humanos y cómo actuamos en nuestra propia naturaleza y, si quieres ir mas allá (ojalá lo quieras), lee la carta completa para que veas quién es Dios de verdad, lo que hizo y sigue haciendo aun para alcanzarnos, salvarnos, justificarnos y redimirnos, para transformar nuestras vidas.
No todo el que se hace llamar religioso, va a la iglesia y hace cosas que son moralmente buenas a la vista de otros, es realmente un hijo de Dios. Deberíamos meditar más en esto. Él es el único que conoce cada corazón y lo que se esconde detrás de la superficie.
Vivimos en un mundo donde nos hacen creer que importa más parecer que ser y no entendemos realmente cómo llegar a ser lo que queremos parecer, porque no le damos importancia al estado de nuestras almas y corazones. Y es esa última cosa precisamente lo que Dios desea que le entreguemos para que el verdadero cambio pueda ocurrir: nuestro corazón.
Andamos tan centrados en lo que queremos conseguir, lo que «necesitamos» tener, que muchas veces ni pensamos que la carrera que corremos para llegar a una supuesta meta de libertad, no hace más que esclavizarnos.
Y como todos somos seres humanos, en ese saco entramos todos: los creyentes y los que no lo son.
Creer que Dios existe y servirle en un púlpito, no es lo mismo que conocerle y tener una relación con Él.
Lo resumo con las mismas palabras de Jesús:
«Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces. Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Por lo tanto, todo arbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones.» – Mateo 7:15-20 NTV
Oro, porque el Señor te muestre la verdad, que solo es una; porque lo que sea que te esté apartando de Él se quite del medio y puedas verle y conocerle de verdad, tal cual es.
Que te hable Su palabra, Su presencia, Su calor y Su amor.
Que Dios te bendiga.

No sé de quién es el dibujo pero… a mi me cautivó.

Deja una respuesta