Vivimos en un mundo en el que nos hacen creer la mentira de que la gratificación instantánea nos dará la felicidad que tanto anhelamos, a través de programas intensivos de «X» días/ semanas, para aprender a hacer «X» cosa, que nos dará «X» recompensa (que usualmente suele ser económica), para crearnos la necesidad de comprar lo que sea que nos estén ofreciendo, para «solucionarnos la vida».
La cuestión oculta detrás de todos esos anuncios, tantas ofertas, incluso hasta canciones y películas, y cualquier otro medio que se utilice, de la que no nos damos cuenta, es que estamos dispuestos a pagar y a hacer lo que sea, con tal de «llenarnos el vacío» con todo eso que nos ofrecen; no hay límites entre lo bueno y lo malo, lo real y lo ficticio, con tal de conseguir darnos a nosotros mismos cierta sensación de bienestar, en el falso control de nuestras circunstancias.
Esta mañana tengo en la cabeza la canción de una cantante que, durante muchos años, creí que me ayudaba a desahogar el mal que guardaba en mi corazón; una de las tantas frases me llama la atención ahora mas que nunca, cuando el Señor ha abierto mis ojos, para enseñarme a ver el mundo como realmente es y como Él lo ve: «there’s no such thing as sin, let it all come right in» que traducido libremente sería, «no existe el pecado, todo está permitido»… y he ahí por qué creemos que está bien hacer lo que sea que tengamos que/ sintamos/ queramos hacer, mientras que «no haga daño a los demas» (según la definicion de «daño» que tenga cada uno) y nos consiga lo que queremos.
A ver… obviamente no digo que esta cantante en particular sea la responsable de que pensemos y estemos como estamos. El corazón es engañoso y como bien dijo Jesús, «de la abundancia del corazón habla la boca» (Lucas 6:45) y realmente ella solo expresa lo que hay en su corazón y cree que es verdad, convirtiéndolo en un himno de todos los relegados por la sociedad, convertidos en renegados, que buscan justificar sus acciones detrás de las palabras de otro (creo que todos, en algun momento, hemos actuado de la misma forma)
El problema de vivir negando el pecado, permitiéndonos todo lo que sintamos, es que los primeros perjudicados somos nosotros mismos, al meternos en la cárcel de la egolatría y el egoísmo, aislándonos espiritualmente de Dios y del prójimo, para creernos la mentira de la autosuficiencia, convirtiéndonos en seres ansiosos y/o depresivos, según las decisiones que tomemos y lo que queramos hacer.
Últimamente, en mis tiempos de intimidad con Jesús, le pido mucho que me enseñe a vivir, basada en Su Palabra que es verdad, y que trae vida eterna y salvación a mi alma, junto con Su paz, que sobrepasa todo entendimiento, en medio del caos en el que vivimos.
Y hoy me enseña esto:
«Ustedes dicen: «Se me permite hacer cualquier cosa», pero no todo les conviene. Dicen: «Se me permite hacer cualquier cosa», pero no todo trae beneficio.» – 1 Corintios 10:23
Y me deja sin palabras… porque tiene razón.
Durante años pensé que la verdadera libertad consistía en hacer lo que quisiera, cuando me apeteciera, sin pensar en las consecuencias, hasta que esas mismas consecuencias empezaron a pasarme factura y a acabar conmigo: porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23)
Como siempre, desde que conozco al Señor, me doy cuenta de que la verdadera sabiduría proviene de Él: aquel que dio la vida por mí, para darme salvación (Hechos 4:12); que cuenta todas las estrellas y las llama a cada una por su nombre (Salmo 147:4); que hace que las cosas sucedan (Isaias 60:22) y que sostiene todo con el gran poder de Su palabra (Hebreos 1:3)
Hoy doy gracias por conocer al único que es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6)
Hoy elijo creerle a Él, en lugar de dejarme llevar por las mentiras del mundo.
Te doy gracias, Jesús, por liberarme de la esclavitud al pecado y, por consiguiente, a la muerte; por sacarme del pozo profundo de desesperación y de las tinieblas, para llevarme a Tu luz admirable.
Gracias, Señor.


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