Después de semanas dándole vueltas a la cabeza, con mil ideas que no llegan a nada, porque vuelvo una vez más a andar en mis propias fuerzas durante días, me recuerdas que el mejor lugar para cambiar la perspectiva es aquí, a ras del suelo, de rodillas, postrada y humillada ante Ti; derramando el corazón y la vida, mientras declaro que sin Ti no puedo y la verdad es que tampoco quiero, porque vivir tan siquiera un día sin buscar Tu presencia es llevar un vacío perenne en el alma. Porque eres el único capaz de alumbar hasta el rincón más oscuro y escondido de mi ser.

Me recuerdas una vez mas que mi única necesidad eres Tú, Jesus. Que cuando me sienta sola, perdida, seca y sin vida, venir a Ti siempre va a ser la chispa que encienda el fuego que necesito sentir ardiendo en mi interior. Que las relaciones se cultivan a diario y no hay una mejor relación en mi vida que la que tengo contigo, que pone en orden todas las demás, poniendo en orden primero la que tengo con Dios y después conmigo misma.

Miro al cielo y te veo a Ti.

Busco Tu rostro y me muestras que, frente a mi ventana, hiciste crecer un árbol tan verde como la esperanza, para recordarle a mi alma Tu amor por mi.

Gracias, Jesús, por seguir hablandome al oído, tan cerquita.

Gracias, por despertarme una vez más.