Testimonios
«te aseguro que contamos lo que sabemos y hemos visto»
Juan 3:11
En el mundo, todos tenemos una historia que contar acerca de nuestras vidas.
Pero, andando en El Camino, nuestras historias reflejan el amor de Dios, Su misericordia y poder sobre nuestras vidas, para fortalecer la fe de quienes se encuentran con ellas.
Hablemos de Dios; compartamos el testimonio de nuestra fe, unos con otros y ¡hagamos llegar la Buena Noticia a todos los rincones!
Las historias aqui reflejadas son las que llegan a hola@laluzdelmundo.es
Gracias por ser parte.

Nelson y Lucelia
Testimonio de restauración
«Del polvo nos levantó, y con Su amor nos restauró.»
Mi nombre es Nelson, y junto a mi esposa Lucelia, damos testimonio vivo del poder restaurador de Jesucristo. Lo que un día estuvo roto, hoy vive para glorificar Su nombre. No somos perfectos, pero servimos a un Dios que todo lo hace nuevo.
- Un pasado marcado por la idolatría y la ceguera espiritual
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué; te di por profeta a las naciones.”
— Jeremías 1:5
Nací en un hogar marcado por la idolatría. Las imágenes, los santos y las tradiciones religiosas ocupaban el lugar de Dios. Pero el Señor ya había escrito mi historia desde antes de mi nacimiento. Aunque no lo sabía, el Espíritu Santo empezó a enviarme señales claras de que había un llamado sobre mi vida: fui testigo del despertar espiritual en la generación joven de mi familia.
- Milagros en medio del quebranto físico
“Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.”
— Salmos 34:17
“Él es quien sana todas tus dolencias.”
— Salmos 103:3
Uno de esos momentos fue cuando enfrenté un tumor en la columna. Médicamente parecía imposible, pero Dios obró un milagro y me permitió caminar de nuevo. Fue una manifestación de Su gracia y poder, aunque en ese momento aún no lograba ver Su mano con claridad.
- Fracaso emocional y búsqueda sin sentido
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
— Romanos 6:23
“No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.”
— Isaías 57:21
Mi vida sentimental estuvo llena de relaciones marcadas por la fornicación, el adulterio y el vacío. Buscaba amor verdadero, pero no conocía al Autor del amor. Vivía bajo el engaño del pecado, sin experimentar la paz de Cristo.
- El nacimiento de mi hijo Álvaro: un milagro que revela la gloria de Dios
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.”
— Salmos 127:3
“Y al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento… para que las obras de Dios se manifiesten en él.”
— Juan 9:1-3 (paráfrasis)
Dios me regaló a mi primogénito, Álvaro, como un milagro. Su nacimiento fue rodeado de señales y su salud delicada en los primeros años no fue sino la plataforma para que la gloria de Dios se manifestara en su vida. Álvaro es un testimonio de que Dios cuida y sostiene lo que Él mismo ha formado.
- Una nueva oportunidad en Cristo
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
— 2 Corintios 5:17
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
— Juan 7:38
Después de tantos fracasos y frustraciones, tomé la decisión más importante de mi vida: rendir mi corazón a Jesús. Fue entonces cuando conocí a Lucelia, una mujer nacida en un hogar cristiano, pero que al igual que yo, no había experimentado la revelación del nuevo nacimiento.
Ambos vivíamos un Evangelio carnal, sin profundidad espiritual, y sin darnos cuenta, estábamos enfrentando un enemigo invisible que no sabíamos combatir: el pecado y el mundo espiritual real.
- Una batalla espiritual real
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo.”
— Efesios 6:12
“Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento.”
— Oseas 4:6
Ignorábamos las dimensiones del mundo espiritual. Como consecuencia, caímos en la trampa del pecado una vez más: adulterio, fornicación, inmoralidades sexuales, orgullo, altivez, división matrimonial, fracaso económico… el enemigo nos tenía atados.
Pero aún así, Dios no nos soltó.
- La restauración total: El alfarero nos volvió a formar
“Y me llevó a la casa del alfarero… Y he aquí que la vasija que él hacía se echó a perder… y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.”
— Jeremías 18:1-4
“Los sanaré de su infidelidad, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”
— Oseas 14:4
“Y me desposaré contigo para siempre.”
— Oseas 2:19
Gloria a Dios, porque como dice el libro de Oseas, Él no desecha a quien ama, sino que sana, perdona y restaura. Nuestro matrimonio fue fracturado, pero Cristo, el Alfarero Perfecto, nos tomó como barro y nos reconstruyó con Su preciosa sangre.
- Una nueva vida con propósito
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, dice el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.”
— Jeremías 29:11
“Y todo lo que hacéis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.”
— Colosenses 3:23
Hoy vivimos una nueva etapa, una vida con propósito eterno. Hemos sido llamados a proclamar el Evangelio de Cristo, a levantar a otros hogares que creen que ya no hay salida. A matrimonios destruidos, a padres desesperanzados, a corazones rotos: ¡sí hay restauración en Cristo Jesús!
- Testigos vivos del poder de Dios
“Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos.”
— Apocalipsis 12:11
“Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”
— 1 Juan 5:4
Somos testimonio vivo de que Dios sana, restaura y transforma. No porque lo merezcamos, sino porque su gracia es suficiente y su fidelidad nunca falla. Vivimos hoy para proclamar que Jesús es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6), y que si Él lo hizo con nosotros, también lo puede hacer contigo.
¡A Él sea toda la gloria, por los siglos de los siglos! Amén.
